"Amar es destruir, y ser amado, es ser destruido". "Me amas,
¿Real o no real?", "My name is Ron. Ron Weasley", "Lo juro por
el Ángel Raziel", "El fuego se propaga, y si nosotros ardemos, tú
arderás con nosotros", "Switch and flip: Vingardium Leviôsa".


miércoles, 7 de agosto de 2013

Cazadores de Sombras: Ciudad de los Ángeles Caídos (Vl)

Alec realizó un gesto amplio abarcando toda la mesa. 
—¿Y por qué no? ¿Acaso te corto las alas con ello? A lo mejor pretendías ligar con este chico lobo. Es bastante atractivo, si te van los tipos sexy, anchos de espaldas, con facciones angulosas. 
—Vale ya —dijo Jordan sin levantar mucho la voz. 
Magnus puso la cabeza entre sus manos. 
—Aunque también hay muchas chicas guapas, ya que por lo que parece te van las dos cosas. ¿Hay algo que no te vaya? 
—Las sirenas —dijo Magnus— Huelen a algas.

Magnus y Alec (Malec).

Cazadores de Sombras: Ciudad de los Ángeles Caídos (V)

—¿Tiene esto algo que ver con eso que dicen de mantener a tus amigos cerca y a tus enemigos mas cerca aun? 
—Creía que se trataba de mantener a tus amigos cerca para tener alguien que te acompañe en el coche cuando vayas a casa de tu enemigo a mearte en su buzón.   

Simon y Jace.

Cazadores de Sombras: Ciudad de los Ángeles Caídos (lV)

—[...] Los hombres lobo odian a los vampiros. 
—Yo no —dijo Kyle— aunque a los de su especie no les tengo mucho cariño —señaló a Jace— Se creen mejores que todos los demás. 
—No —dijo Jace— Yo me creo mejor que todos los demás. Una opinión respaldada por evidencias suficientes. 
Kyle miró a Simon. 
—¿Habla siempre así? 
—Sí.

Jordan, Jace y Simon.

Cazadores de Sombras: Ciudad de los Ángeles Caídos (lll)

—Hay quien piensa que los cazadores de sombras no son mas que un mito. Como las momias o los genios —dijo Kyle, sonriendole a Jace— ¿Puedes conceder deseos? 
El hecho de que Kyle acabara de calificar de "mona" a Clary no sirvió precisamente para que se granjeara la simpatía de Jace, cuyo rostro se había tensado de manera alarmante. 
—Eso depende —dijo— ¿Deseas un puñetazo en la cara?

Jordan y Jace.

Cazadores de Sombras: Ciudad de los Ángeles Caídos (ll)

He oído el rumor de que el nuevo instructor que llegará la semana que viene es maestro de Muay Thai dijo Jace Y de sambo, lethwei, tomoi, krav manga, jujitsu y otra cosa cuyo nombre francamente no recuerdo pero que va de matar a la gente con palos pequeños o algo por el estilo.

Cazadores de Sombras: Ciudad de los Ángeles Caídos

—Estupendo —Clary sonrió, agachándose para doblar la manta que habían llevado para sentarse— lo único que te preocupa es que contraten a un instructor masculino y esté mas bueno que tú. 
Jace enarcó las cejas. 
—¿Mas bueno que yo? 
—Podría pasar —dijo Clary— en teoría, ya sabes. 
—En teoría, el planeta podría partirse ahora mismo por la mitad, dejándome a mi a un lado y a ti en el otro, separados trágicamente y para siempre, pero eso tampoco me preocupa. Hay cosas —dijo Jace con su típica sonrisa torcida— que son demasiado improbables como para andar comiéndose el tarro por ellas.

sábado, 3 de agosto de 2013

Cazadores de Sombras: Ciudad de Cristal (Vll)

—¡Clary! —llamó Isabelle desde el muro— ¡Los fuegos artificiales! 
Clary golpeó suavemente a Luke en el hombro y fue a unirse a sus amigos. Se encontraban sentados a lo largo del muro en una línea: Jace, Isabelle, Simon, Maia y Aline. Ella se detuvo al lado de Jace. 
—No veo ningún fuego artificial —le dijo ella a Isaballe fingiendo un ceño fruncido. 
—Paciencia, pequeña saltamontes —dijo Maia— Grandes cosas vienen a aquellos que esperan. 
—Siempre creí que era "Grandes cosas vienen a aquellos que hacen la ola" —dijo Simon— No me extraña que haya estado tan confundido toda mi vida. 
—"Confundido" es una palabra agradable para denominarlo dijo Jace. 
Pero a las claras él solo estaba prestando algo de atención; alargó la mano y tiró de Clary hacia él, casi distraidamente como si fuera un reflejo. Ella se inclinó hacia atrás contra su hombro, mirando al cielo. 
[...] 
—Clary —dijo Jace, secándola de su ensoñación.  
Él estrechó los brazos a su alrededor y ella alzó la cabeza. La multitud lanzó vítores cuando estalló el primer cohete. 
—Mira. 
Ella contempló el cielo mientras los fuegos artificiales explosionaban en una lluvia de chispas... Chispas que pintaban las nubes allá en lo alto mientras caían una a una en líneas centelleantes de fuego dorado, como ángeles cayendo desde el cielo.

Cazadores de Sombras: Ciudad de Cristal (Vl)

—Estas vivo —susurró ella— vivo de verdad. 
Con un lento asombro, Jace extendió la mano para tocar su rostro. 
—Estaba en la oscuridad —dijo él bajito— No había nada allí mas que sombras, y yo era una sombra, y supe que estaba muerto, y que se había terminado todo. Y entonces oí tu voz. Te oí decir mi nombre, y eso me trajo de nuevo. 
—No yo. —la garganta de Clary se tensó— El ángel te trajo de nuevo. 
—Porque tú se lo pediste —En silencio, el trazó el contorno de su rostro con los dedos, como asegurándose de que ella era real— Podrías haber tenido cualquier cosa del mundo, y me pediste a mí. 
Ella le sonrió. Mugriento como estaba, cubierto de sangre y suciedad, él era lo mas bello que había visto jamás. 
—Pero es que yo no quiero nada mas en el mundo. 
[...] 
"Te amo" —quería decirle Clary— "Lo haría de nuevo. Siempre te pediría a ti".

Cazadores de Sombras: Ciudad de Cristal (V)

Ella alzó los ojos hasta los del ángel. 
—Jace —dijo ella. 
La expresión del ángel no se inmutó. Ella no tenia ni idea de si Raziel pensaba que su petición era buena o mala, o si —pensó con un repentino estallido de pánico—, querría concedérsela. 
—Cierra los ojos, Clarissa Mongerstern —dijo el ángel.  
Clary cerró los ojos. No le decías que no a un ángel, no importa lo que tuviera en mente. Con su corazón palpitandole se sentó flotando en la oscuridad de detrás de sus párpados, tratando decididamente de no pensar en Jace. Pero su rostro apareció contra la pantalla en blanco de sus párpados cerrados de todas formas... no sonriendole sino mirándola de soslayo, y ella pudo ver la cicatriz de su sien, la desigual curvatura de la comisura de su boca, y la línea plateada sobre su cuello allí donde Simon le había mordido... Todas las marcas e imperfecciones que conformaban a la persona que mas amaba del mundo. Jace.

Cazadores de Sombras: Ciudad de Cristal (lV)

—Pero eso no fue lo que dijiste cuando entró en la habitación —dijo Simon en voz baja— Dijiste "¿Por que nunca me dijiste que tenia un hermano"? 
—Lo sé —Clary arrancó una brizna de hierba, moviendola entre los dedos— Supongo que no puedo remediar el pensar que si hubiese sabido la verdad, no habría conocido a Jace de la forma en que lo hice. No me habría enamorado de él.

Cazadores de Sombras: Ciudad de Cristal (lll)

Malachi frunció el ceño. 
—No recuerdo que la Clave te haya invitado a la Ciudad de Cristal, Magnus Bane. 
—No lo ha hecho —dijo Magnus—. Vuestras protecciones están desactivadas.  
—¿De verdad? —la voz del Cónsul destilaba sarcasmo— No lo había notado. 
Magnus parecía preocupado. 
—Eso es terrible. Alguien debería habértelo dicho —echó un vistazo a Luke— Dile que las protecciones están desactivadas.

Cazadores de Sombras: Ciudad de Cristal (ll)

Magnus estaba mirándolo fijamente. 
—¿Acabas… acabas de salvarme la vida? 
Alec sabia que debería decir algo como "por supuesto, porque soy un Cazador de Sombras y eso es lo que hago" o "ese es mi trabajo". Jace habría dicho algo así. Jace siempre sabia decir lo adecuado. Pero las palabras que en realidad salieron de la boca de Alec fueron bastante diferentes... y sonaban malhumoradas incluso a sus oídos.  
—Nunca me devolviste las llamadas —dijo él— Te he llamado tantas veces y nunca me has devuelto la llamada. 
Magnus miraba a Alec como si este hubiera perdido la cabeza. 
—Tu ciudad está bajo ataque —dijo él— Las protecciones se han desactivado y las calles están llenas de demonios. ¿Y tu quieres saber por qué no te he llamado? 
Alec puso su mandíbula en una postura testaruda. 
—Quiero saber porque no me has devuelto las llamadas. 
[...] 
—Eres idiota.

Alec y Magnus.

Cazadores de Sombras: Ciudad de Cristal

—¿Eres mentiroso, estúpido…? 
—Entonces, soy estúpido.  
—...o ambas cosas —finalizó Simon— Yo me inclino a pensar que ambas. 
—No tengo ninguna razón para mentirte. No ahora. —la mirada de Jace continuaba firme— Y deja de mostrarme los colmillos. Me estas poniendo nervioso.  
—Bien —dijo Simon— Si quieres saber el por qué, es porque hueles a sangre. 
—Es mi colonia. Eau de Herida Reciente —Jace levantó su mano izquierda.

Jace y Simon.

viernes, 2 de agosto de 2013

Cazadores de Sombras: Ciudad de Cenizas (Vlll)

—¿Sabes? Se me ha ocurrido algo cuando estaba hablando con Isabelle hace un rato. Le he dicho que no podía saltar por la ventana... y que no lo intentara o se mataría.  
Jace asintió.  
—Un buen consejo de hermano mayor. 
—Pero entonces empecé a preguntarme si eso seria cierto en tu caso; quiero decir, te he visto hacer cosas que eran prácticamente volar. Te he visto caer desde tres pisos y aterrizar como un gato, saltar del suelo a un tejado... 
—Oírte recitar mis logros es ciertamente gratificador, pero no estoy seguro de a donde quieres ir a parar, Alec. 
—A lo que me refiero es que hay cuatro paredes en esta prisión, no cinco. 
Jace le miró fijamente. 
—Así que Hodge no mentía cuando dijo que usaríamos la geometría en nuestra vida diaria. Tienes razón Alec. Hay cuatro paredes en esta jaula. [...].  
—¡Jace!  

Alec y Jace.

Cazadores de Sombras: Ciudad de Cenizas (Vll)

La puerta de la calle se abrió de golpe y entró Jace seguido de Alec, que llevaba una caja blanca. 
Magnus se quitó apresuradamente la toalla de la cabeza y la dejo caer detrás del sillón. Sin el gel y sin la purpurina, el cabello era oscuro y lacio, y le quedaba por encima de los hombros. 
Los ojos de Clary se dirigieron inmediatamente a Jace, como siempre hacían; no podía evitarlo, pero al menos nadie mas pareció advertirlo.  
Jace parecía tenso, rígido y distante, pero también agotado, con círculos grises alrededor de los ojos. La mirada de Jace pasó sobre ella inexpresiva y se posó en Maia, que seguía llorando en silencio y no parecía haberles oído entrar.  
—Todo el mundo está de muy buen humor, por lo que veo —comentó— ¿Manteniendo la moral alta?

Cazadores de Sombras: Ciudad de Cenizas (Vl)

—Puedo oírlo. —Jace miro a Simon con expresión especulativa— Y tu también podrías hacerlo si lo intentaras, chupasangre. —Trotó escaleras abajo con una leve risita flotando tras el en el viento. 
—Creo que me gustaba mas "mundano" que "chupasangre" —masculló Simon. 
—Con Jace no puedes ni elegir tu propio apodo insultante.

Cazadores de Sombras: Ciudad de Cenizas (V)

—No —repuso Jace—, solo durante unas pocas horas. A menos que yo no regrese —añadió pensativo—. En cuyo caso, quizá si que tendrá que quedarse a Alec. Piensa en ello como un usufructo con una opción de compra. 
Isabelle pareció tener sus reservas. 
—Mamá y papá no estarán nada contentos si lo descubren. 
—¿Que liberaste a un posible criminal intercambiándolo por tu hermano a un brujo que parece una especie de Sonic el Erizo en versión gay y se viste como el Roba Niños de Chitty Chitty Bang Bang? —preguntó Simon— No, probablemente no.

Cazadores de Sombras: Ciudad de Cenizas (lV)

—¿Como puedes crear algo de la nada de ese modo? 
—No se puede —respondió Magnus— Todo viene de alguna parte. Éstas, por ejemplo, provienen de una tienda de reproducciones de antigüedades de la Quinta Avenida. Y éstos —de improviso cinco vasos blancos de papel encerado aparecieron sobre la mesa [...]— proceden de Dean & DeLuca en Broadway. 
—Eso se parece a robar, ¿no es cierto? —Simon se acercó un vaso y levanto la tapa— ¡Ah! Moccachino. —miró a Magnus— ¿Lo has pagado? 
—Desde luego —respondió Magnus,mientras Jace y Alec lanzaban una risita—. Hago aparecer billetes de dólar mágicamente en su caja registradora. 
—¿De verdad? 
—No. —Magnus hizo saltar la tapa de su café— pero puedes fingir que lo he hecho si así te sientes mejor.

Cazadores de Sombras: Ciudad de Cenizas (lll)

—Jace… —Estoy bien —protestó él, pero se sujetó a la manga de Alec con fuerza—. Puedo aguantar en pie. 
—A mi me parece que estas usando la pared para sostenerte. Esa no es mi definición de "aguantarme en pie".
—Es estar apoyado —le contestó Jace— estar apoyado viene justo antes de aguantarme en pie. 
—Para de discutir —intervino Isabelle.

Cazadores de Sombras: Ciudad de Cenizas (ll)

—¿Sabes lo que hace el cuclillo, Jonathan Morgenstern?  
[...] 
—¿El qué? 
—El cuclillo —repitió ella—. Ya sabes, los cuclillos son parásitos. Ponen sus huevos en los nidos de otros pájaros. Cuando la cría crece, el bebe cuclillo tira a todas las crías fuera del nido. Los pobres padres pájaro se matan a trabajar intentando encontrar comida suficiente para alimentar a la enorme cría de cuclillo que ha asesinado a sus pequeños y ocupado su lugar. 
—¿Enorme? —dijo Jace— ¿Me acaba de llamar gordo? 
—Era una analogía.  
—No estoy gordo.

Jace y La Inquisidora Herondale.

Cazadores de Sombras: Ciudad de Cenizas

Maia se quedó boquiabierta. 
El cazador de sombras estaba sobre la barra, con los pies bien separados. 
Realmente parecía un ángel vengador disponiendose a impartir justicia divina desde lo alto, como se suponía que tenían que hacer los cazadores de sombras.  
Entonces alargó unmano y cerró los dedos, rápidamente, en un gesto que ella conocía desde el patio del colegio como "Ven y cógeme", y la manada se abalanzó sobre él.

jueves, 1 de agosto de 2013

Cazadores de Sombras: Ciudad de Hueso (V)

Alec se mostró impresionado. 
—No sabia todo eso. 
Jace se sentó de un salto en el alfeizar y balanceó las piernas. 
—No todos nosotros nos dormimos durante las clases de historia. 
—Yo no me... 
—No, que va, y ademas babeas sobre el pupitre.

Jace y Alec.

Cazadores de Sombras: Ciudad de Hueso (lV)

—¿Te gusta la fiesta? 
Se volvió y vio a Magnus apoyado contra uno de los pilares. Los ojos le brillaban en la oscuridad. Echando una ojeada a su alrededor, vio que Jace y los demás habían desaparecido, engullidos por la multitud. 
Intentó sonreír. 
—¿Es en honor a alguien? 
—El cumpleaños de mi gato. 
—Ah —paseó la mirada por la estancia— ¿Dónde esta tu gato? 
El brujo se despegó del pilar, con expresión solemne. 
—No lo sé. Se escapó.

Magnus y Clary.

Cazadores de Sombras: Ciudad de Hueso (lll)

—Esta mañana —replicó ella, mordiéndose el labio—, unos tipos extraños y repulsivos han estado hurgando en mi cerebro. Ahora voy a conocer al tipo extraño y repulsivo que originalmente hurgó en mi cerebro. ¿Que sucederá si no me gusta lo que él encuentre? 
—¿Que te hace creer que no te gustará? 
Clary se apartó los cabellos de su piel pegajosa. 
—Odio cuando respondes a una pregunta con otro pregunta. 
—Mentira, te parece encantador.

Jace y Clary.

Cazadores de Sombras: Ciudad de Hueso (ll)

  —Si estas realmente cansada, podría hacerte dormir —propuso él— Contarte un cuento para dormir.  
—¿Hablas en serio? —inquirió ella mirándole.   
—Siempre hablo en serio. 
Clary se preguntó si estar cansados no les había enloquecido un poco a ambos. Pero Jace no parecía cansado. Parecía triste. Clary dejó el cuaderno de dibujo sobre la mesilla de noche, y se tumbó, enroscándose de lado sobre la almohada. 
—De acuerdo. 
—Cierra los ojos. 
Ella los cerró. Podía ver la imagen residual de la luz de la lampara reflejada en el interior de sus párpados, igual que diminutas estrellas estallado. 
—Había una vez un niño —comenzó Jace.  
Clary le interrumpió inmediatamente. 
—¿Un niño cazador de sombras? 
—Por supuesto —por un momento, un sombrío tono divertido coloreó su voz; luego desapareció—. Cuando el niño tenia seis años, su padre le dio un halcón para que lo adiestrara. Los halcones son aves rapaces... que matan pájaros, le dijo su padre, son los cazadores de sombras del cielo.  
 »Al halcón no le gustaba el niño, y al niño tampoco le gustaba él. Su pico afilado lo ponía nervioso, y sus ojos brillantes siempre parecían estarlo vigilando. El ave le atacaba con el pico y las garras cada vez que se acercaba a él. Durante semanas, no dejaron de sangrarle las muñecas y las manos. Él no lo sabia, pero su padre había seleccionado un halcón que había vivido salvaje durante mas de un año, y por lo tanto era casi imposible de domesticar. Pero el niño lo intentó, porque su padre le había dicho que hiciera que el halcón le obedeciera, y él quería complacer a su padre. 
»Permanecía junto al ave constantemente, hablándole para mantenerla despierta, e incluso poniéndole música, porque se suponía que cansada era mas fácil de domar. Aprendió a manejar el equipo: las pihuelas, el capuchino, la caperuza, la lonja, la correa que sujetaba al halcón a su muñeca. Se suponía que debía mantener ciego al halcón, pero no tenia valor para hacerlo; en vez de eso intento sentarse donde el pájaro pudiera verlo mientras le tocaba y acariciaba las alas, deseando con todas sus fuerzas que aprendiera a confiar en él. Le daba de comer con la mano, y al principio el halcón se negó a comer. Mas tarde, comió con tanta ferocidad que el pico hirió al niño en la palma de la mano. Pero el niño estaba contento, porque era un progreso, y porque quería que el pájaro le conociese, incluso aunque el ave le dejara sin sangre para conseguirlo. 
»Empezó a ver que el halcón era hermoso, que sus alas delgadas estaban pensadas para la velocidad en el vuelo, que era fuerte y rápido, feroz y delicado. Cuando descendía hacia el suelo, se movía como la luz. Cuando aprendió a describir un circulo y posarsele en la muñeca, el casi gritó de jubilo. A veces el ave saltaba a su hombro y ponía el pico en sus cabellos. Sabia que su halcón le quería, y cuando estuvo seguro de que no solo estaba domesticado sino perfectamente domesticado, fue a su padre y le mostró lo que había hecho, esperando que se sentiría orgulloso. 
»Pero en vez de eso, su padre tomó al ave, ahora domesticada y confiada, en sus manos y le rompió el cuello. "Te dije que hicieras que fuese obediente" le dijo su padre, y dejó caer el cuerpo sin vida del halcón al suelo "Pero tú le has enseñado a quererte. Los halcones no existen para ser mascotas cariñosas: son feroces y salvajes, despiadados y crueles. Este pájaro no estaba domado, había perdido su identidad". »Mas tarde, cuando su padre le dejó, el niño lloró sobre su mascota, hasta que finalmente el padre envió a un criado para que llevara el cuerpo del ave y lo enterrara. El niño no volvió a llorar, y nunca olvidó lo que había aprendido: que amar es destruir, y ser amado es ser destruido.  

Clary, que había permanecido tumbada sin moverse, sin apenas respirar, rodó sobre la espalda y abrió los ojos. —Es una historia horrible —exclamó, indignada.  
Jace tenia las piernas dobladas hacia arriba, con la barbilla sobre las rodillas. 
—¿Lo es? —inquirió meditabundo.   
—El padre del niño es un ser horrible. Es una historia sobre maltrato infantil. Debería de haber previsto que seria algo así lo que los cazadores de sombras consideran que es un cuento para dormir. Cualquier cosa que te proporcione pesadillas aterradoras... 
—A veces las marcas pueden proporcionarte pesadillas aterradoras dijo Jace Si te las hacen cuando eres demasiado joven. 
La miró pensativo. La luz de media tarde penetraba a través de las cortinas y convertía el rostro del joven en un estudio de contrastes. "Claroscuro", pensó ella. El arte de las sombras y la luz.  
—Es una buena historia si lo piensas bien —repuso él— El padre del niño solo intentaba hacerle mas fuerte. Inflexible.   
—Pero se debe aprender a ceder un poco —indicó Clary con un bostezo; a pesar del contenido del relato, la cadencia de la voz de Jace la había adormilado— O se te rompe el corazón.    
—No si eres lo bastante fuerte —replicó Jace con firmeza.   
Alargó la mano, y ella sintió que le acariciaba la mejilla con el dorso; comprendió que se le cerraban los ojos. El agotamiento le convirtió en líquidos los huesos, sintió como si fuera a ser arrastrada lejos y desaparecer.
Mientras se sumía en el sueño, oyó el eco de unas palabras en su mente "Mi padre me daba cualquier cosa que deseara. Caballos, armas, libros. Incluso un halcón de caza."  
—Jace— intentó decir.   
 Pero el sueño la tenia en sus garras, la arrastró hacia abajo y ella se quedó en silencio.

Cazadores de Sombras: Ciudad de Hueso.

—Si, bueno, supongo que también era demasiado pedir que te molestaras en llamarme y decirme que te habías liado con un rubiales teñido medio gótico que probablemente conociste en el Pandemónium. —Simon remarcó agriamente— Me he pasado los tres últimos días preguntándome si estarías muerta. 
—No me he liado con nadie —dijo ella, dando gracias de que estuviera oscuro mientras enrojecía violentamente.
—Y soy rubio natural —indicó Jace—. Solo para que conste.

sábado, 13 de julio de 2013

Lazos de Sangre: Designio (VI)

—¡Oh! —Bobby sofocó un grito, y bajó a continuación la voz para susurrarme—: Ya te dije que la policía andaba metida en esto. 
—Bobby —dije entre dientes. 
—¿Podríamos acabar de una vez por todas con este tema? —dijo Dane, exasperado, mirando el reloj de color rosa y verde fluorescente que llevaba en la muñeca. 
—¡Dios mío! —dijo Bobby, señalándolo—. ¡Se supone que este tío es un cazador de vampiros y lleva un reloj de plástico de lo más cutre! ¡Estos tipos no son serios! 
—¡Bobby! —exclamé. 
—Me da igual. Lo único que digo es que esto parece una broma —insistió Bobby. 
—Si no cierras el pico, la que te mataré seré yo —dije, mirándolo furiosa, y Bobby puso los ojos en blanco.

Lazos de Sangre: Designio (V)

—¿Sabes qué es lo peor de todo esto? —dijo Peter, sin apartar la vista del barranco—. Que poco a poco empieza a calarte. Sé que esa niña es una abominación, y que acabará haciendo daño a personas y a millones de cucarachas indefensas. Pero... anoche se pasó una hora entera aprendiendo a hacerle trenzas a Mae y, cuando se concentra, arruga toda la cara y saca la lengua por un lado de la boca. —Me miró y sonrió de nuevo, y al ver que yo no decía nada, movió la cabeza de un lado a otro. 
 »No sé —dijo—. Tendrías que estar aquí para verlo, me imagino. imagino. 
—Supongo que sí. 
—Nunca tuve hijos —dijo Peter, de repente—. Ezra sí, y Mae también, evidentemente. No recuerdo si algún día deseé tener hijos. —Arrugó la frente—. Cuando me convertí en esto, nunca lo pensé. Lo excluí de mi vida. —Suspiró—. Del mismo modo que he intentado excluirte a ti. Pero me parece que eso es algo que no se me da muy bien. 
—Me alegro de que así sea —le dije en voz baja, y se quedó mirándome, con los ojos clavados en mí, de aquel modo que antes solía cortarme la respiración. Y me la cortaba todavía un poquito, aunque intenté que no se me notara. 
—Me voy también por ella. —Continuó mirándome a los ojos, aunque sabía que se refería a Daisy—. Y no me siento mal. Quiero que lo sepas. No es lo que había planeado, ni siquiera es lo que pensé que algún día llegaría a gustarme, pero... con mi siempre retorcida manera de ser, me siento feliz ayudando a Mae a criar a Daisy. 
—Eso está bien. —Tragué.

Lazos de Sangre: Designio (lV)

—Bien. —Sonrió, y me sentí extraña. Que Peter sonriera era algo tan excepcional que, cuando lo hacía, se convertía en algo mágico, como una estrella fugaz—. Al menos así tengo una cosa menos por la que preocuparme. 
—¿Qué? —Apoyé la cabeza en mis brazos y lo miré. 
—Tú. —Apartó la vista y le dio un puntapié a algo que había en el suelo—. Seguiré preocupándome por ti, por supuesto, pero al menos en parte sabré que estás segura. 
Cogió entonces una piedra y la lanzó por el barranco. Nos quedamos en silencio tratando de escuchar el sonido del impacto cuando llegara abajo, pero no oímos nada. 
—¿Qué altura piensas que debe de tener? —Me incliné hacia delante para intentar ver el fondo. 
—No tengo ni idea. Pero si Mae te lo pregunta, dile que poca —dijo—. Empieza a temer que Daisy caiga por ahí y se mate, aunque yo creo que la niña es lo bastante lista como para no saltar por un barranco. —Ladeó la cabeza—. Aunque, claro está, hay que tener en cuenta que come bichos.

viernes, 12 de julio de 2013

Lazos de Sangre: Designio. (lll)

—Tal vez deberías devolverle las llamadas —sugerí—. O, como mínimo, escuchar sus mensajes. 
Oímos un golpe en la cocina. Miré en aquella dirección y, aun sin verlo, me imaginé que Jack había caído de la encimera al suelo. El exceso de sangre le había sentado fatal. 
—¿No crees que deberías ir a ver qué tal está tu novio? — dijo Ezra, en un tono de voz que no revelaba apenas su frialdad interior. 
—¡Estoy bien! —gritó Jack desde la cocina. 
—Está bien —dije, y Ezra puso los ojos en blanco.

Lazos de Sangre: Designio. (ll)

—¡No me parece justo que vayas armada! —grité al verla empuñar el tubo con la intención de atizarme en las piernas. 
Conseguí esquivarlo de un salto. Acuchilló el aire con su vara, y me habría dado a buen seguro si yo no hubiera saltado de nuevo, para aterrizar esta vez a cuatro patas. 
—¿Y quién ha dicho que la vida sea justa? —replicó Violet, y rodé por el suelo para apartarme de su trayectoria. Clavó el tubo en el tejado y, de no haberme movido a tiempo, me habría empalado atravesándome el vientre.

Lazos de Sangre: Designio.

—Ya te lo dije. He hecho algo alucinante. —Me cogió de la mano con los ojos brillantes—. Ven. Quiero enseñártelo. 
—¿El qué? —insistí. 
—De acuerdo. Veamos, sabes que conduces muy bien — dijo Jack, tirando de mí en dirección al garaje. 
—Lo sé de sobra. 
—Y conmigo, tú, Ezra, Milo y Bobby conduciendo, parece que no tenemos vehículos suficientes. —Se detuvo frente a la puerta de acceso al garaje—. Y ya sabes que desde que perdí el Jeep necesitaba comprarme otro coche. 
—Tú no perdiste el Jeep, lo destrozaste por completo —le recordé. 
—Cuestión de semántica —dijo, restándole importancia al detalle.

Jack y Alice.

jueves, 11 de julio de 2013

Lazos de Sangre: Latido (IX)

—No, no necesito tu ayuda —dijo Peter con fatiga en el pasillo, y oí la puerta de su habitación cerrándose un instante después—. Jane, te sugiero que vuelvas a la habitación y descanses. —Miré de reojo a Milo y, por la cara que ponía, adiviné que también él los estaba oyendo. 
—No necesito descansar más. Estoy aburrida —replicó Jane con aquella voz de niñita que fluctuaba entre el tono de una fulana y un gimoteo. Peter debía de haber ido a su habitación para buscar alguna cosa y, luego, ella debía de haber salido al pasillo con él. 
—Pues lee alguno de los libros que tengo ahí —dijo Peter —. O si no te apetece leer, puedes ponerte una de las películas de Jack. O a lo mejor podrías darle la lata a cualquiera de las otras seis personas que viven en esta casa para que te entretengan un rato. 
—Vamos, apuesto a que tú conoces un montón de maneras de entretenerme. —Jane estaba en el pasillo y no podía verla, pero la conocía lo bastante como para saber que estaba tocándolo por algún lado. Acariciándole el brazo o poniéndole la mano en el pecho. mano en el pecho. 
—Te aseguro que no soy muy bueno entreteniendo a la gente —dijo Peter, sintiéndose de lo más incómodo, y Milo sonrió socarronamente. 
—Pues a lo mejor yo sí puedo entretenerte. —La voz de Jane había bajado el volumen y adquirido un tono más sensual. 
—Precisamente para eso había venido a coger un libro. Para entretenerme —dijo Peter, con palabras casi entrecortadas. 
—¿Y no te cansas de entretenerte solo? 
—Jane, vuelve a la habitación —le rogó Peter, suspirando. Si estaba tocándolo, en aquel momento retiró la mano. 
—No a menos que me acompañes —dijo Jane, ignorando el rechazo. 
—No, no pienso hacerlo —le espetó Peter—. El papel de niñita perversa tal vez te funcione con cierta gente, pero no conmigo. Estás tan sucia y mugrienta que no te mordería ni aunque estuviera muerto de hambre. El único motivo por el que te permito permanecer en mi habitación es por lo mucho que significas para Alice, aunque ni que me maten comprendo dónde te encuentra la gracia. Eres tan sosa y tan engreída que jamás me hubiera imaginado que un humano pudiera alcanzar tales niveles y te recomiendo que no te cruces más en mi camino. 
—Por Dios —susurró Milo. Jane no dijo nada, pero oí que se abría la puerta y que empezaba a llorar incluso antes de cerrarla a sus espaldas. 
Cuando Peter se puso en marcha, salí al pasillo dispuesta a darle mi opinión. Debería haber salido antes y defender a mi amiga.
—¡Peter! —dije en voz baja para que Jane no pudiera oírme. Peter se volvió hacia mí, suspirando—. ¿No te parece que eso ha sido un poco duro? 
—No, la verdad es que no —dijo Peter sin mirarme a los ojos.

Lazos de Sangre: Latido (VIII)

Cuando vi a Milo pestañeé, imaginándome que estaba soñando. 
Llevaba una especie de salto de cama con alitas de ángel de color negro, y sus ojos estaban maquillados con abundante perfilador y sombra brillante
—¿Qué demonios es eso que llevas puesto? 
—¡Es Halloween! —dijo Milo con una sonrisa, mientras se acercaba a la cama. Matilda le gruñó, y pensé que tenía toda la razón del mundo para hacerlo. 
—¿De qué se supone que vas disfrazado? ¿De hada oscura? —Me incorporé para estudiar con más detalle su disfraz, pero seguía sin encontrarle ni pies ni cabeza. Aparte de ser completamente negro, no tenía ningún sentido. 
—No —respondió Milo entre risas—. Simplemente me apetecía lo de las alas, y el negro se debe a que es Halloween y... y porque adelgaza. 
—Dios mío, no puedo creer que no me hubiera dado cuenta de que siempre fuiste gay —dije, derrumbándome de nuevo en la cama.

Lazos de Sangre: Latido (VI)

—¿Qué sucede? —pregunté, aunque en realidad no pretendía decir nada. Lo que deseaba era salir corriendo de allí antes de que a Peter le diera tiempo de mirarme, o de mirar a Jack, aunque, bien pensado, sería una actitud extraña por mi parte. 
—Ezra ha comprado un televisor nuevo —respondió Bobby, observando cómo Ezra se las apañaba para manejar un aparato que un humano jamás habría podido mover solo debido a su gran peso y tamaño. 
—¿Está recto? —preguntó Ezra, sujetándolo por la parte de abajo y retrocediendo un paso para verlo—. Más vale que lo esté porque ya he conectado todos los cables. 
—Sí, está recto —dijo Peter, y el pulso se me alteró sólo con oír su voz. 
—¿Qué le pasaba al otro televisor? —pregunté para distraerme. 
—Nada. —Ezra retrocedió un poco más para admirar el resultado de su trabajo manual—. Esta mañana, Jack y yo hemos pasado por una tienda y hemos descubierto que este televisor es muchísimo mejor que el otro. 
—¿Así que habéis ido de compras? —pregunté, levantando una ceja y mirando a Jack—. ¿Y a qué hora te has levantado? 
—Bastante temprano —dijo Jack, sin darle importancia—. Ezra iba de tiendas y me ha preguntado si quería acompañarlo... ¿y quién pasaría por alto una oportunidad así? 
—Yo no veo ninguna diferencia entre este aparato y el que teníamos antes —dijo Peter, haciéndose eco de mis pensamientos—. Ni siquiera es más grande, ¿no? 
—¡No se trata de que sea más grande! —Jack se apartó de mi lado para acercarse al televisor y así poder explicar mejor todas sus gracias. Cambió al instante a una jerga técnica, lo cual me parecía una tontería, pues lo más probable era que Peter estuviera aún menos al tanto que yo de los avances tecnológicos. Los obsesos de las novedades y la electrónica eran Ezra y Jack.
—A mí simplemente me parece un televisor más —dijo Peter en cuanto Jack finalizó su explicación.

miércoles, 10 de julio de 2013

Lazos de Sangre: Latido (V)

—¿Y qué? Si mal no recuerdo, estuviste a punto de matarme en una ocasión... ¿Y ahora pretendes convertirte de repente en mi guardaespaldas? —Arrugué la nariz ante tanta hipocresía. 
—¡Oh, maldita sea! —Peter puso los ojos en blanco—. ¡Estoy harto de que me eches eso en cara! ¡Lo hice porque te amaba, Alice! —Y de inmediato se arrepintió de lo que había dicho y apartó la vista. 
—Sí, claro, ¡una forma muy sana de expresar el amor! ¡Matando a otra persona! —Lo dije expresamente para provocar su reacción. Si la única posibilidad de poner en marcha una misión de rescate consistía en que Peter se fuera sin mi compañía, tendría que cabrearlo lo bastante como para me dejara allí sola. 
—¡Yo nunca intenté matarte! ¡Estaba intentando matarme a mí mismo! —Se frotó los ojos. Me dio la impresión de que había hablado demasiado y ya no sabía cómo dar marcha atrás —. Jack estaba en la casa. Sabía que sintonizaba con tu corazón. Cuando te agarré en la cocina, entró corriendo para salvarte. Pensé que si me descubría dejándote sin vida, mordiéndote, no dudaría ni un instante en matarme. —Soltó aire, agotado—. Sabía que sería mucho mejor pareja para ti de lo que pudiera serlo yo, y no le veía otra salida. 
Estaba tan pasmada que era incapaz de decir nada. Siempre había sospechado que Peter me odiaba. Y sin embargo resultaba que me quería tanto que había planeado incluso morir para que yo pudiera ser feliz. El corazón me latía dolorosamente en el pecho e intenté pensar en algo con que replicarle.

Lazos de Sangre: Latido (lV)

—Todavía no ha vuelto —dije, mirando por entre la cortina. Un rayo de cálida luz solar entró en la habitación, abrasando mi extremadamente sensible retina, así que volví a cerrarla. Miré a mis espaldas. Peter seguía acostado en la cama, inmóvil, en la misma postura en la que había pasado toda la noche—. ¿Peter? 
—Ya sé que todavía no ha vuelto, Alice. 
—¿No crees que deberíamos hacer algo? —le dije, casi echando chispas por los ojos. 
Quedarse acostado en la cama no me parecía la respuesta adecuada para la situación en la que nos encontrábamos. 
—Estoy pensando. —Cerró los ojos, como si con ello pudiera aislarse de mi voz. 
—¡Llevas todo el día pensando! Sabíamos que cabía la posibilidad de que Ezra no regresara, y es evidente que no va a... 
—¡He estado pensando, Alice! 
—¡Pues..., pues deberías compartir tus pensamientos conmigo! —Me crucé de brazos—. Podría ayudarte.
—¿Te refieres a ayudarme subrayando lo evidente y mirando a través de la cortina? —Se incorporó hasta quedar sentado y dejó colgar las piernas por el lateral de la cama.

Peter y Alice.

Lazos de Sangre: Latido (lll)

—¡No lo sé! —Estaba exasperado y se rascó las sienes—. ¡No me parece correcto, simplemente! Quedarme aquí sentado, contigo, mientras él está por ahí. 
—Estoy de acuerdo con todo, excepto con esa pulla que acabas de lanzarme —dije. 
—Oh, vamos, no pretendía decir eso. ¡Lo que quería decir es que debería estar ahí fuera, con Ezra! 
—Y no aquí sentado fingiendo como yo —dije para rematar su frase. 
—Que sea imposible no me hace tener más ganas de estar contigo —dijo, lanzándome una mirada. 
—¿Y quién dice que yo quiero que estés conmigo? 
—¿Por qué estás aquí? —preguntó Peter con franqueza, mirándome. 
—Hum, bueno... —tartamudeé—. Ezra nos contó que andabas metido en problemas y, hum..., me ofrecí a acompañarlo. 
—Pero eso no explica por qué estás aquí —dijo, recostándose en la cama. 
—¿A qué te refieres? —pregunté. 
—No puede ser que yo siga importándote. 
—Por supuesto que me importas. No como antes, pero sigues importándome —dije. Entonces vacilé, incómoda—. ¿Yo a ti no? ¿Ni... un poco? 
—De todas maneras, no sé si estábamos verdaderamente vinculados —respondió Peter bruscamente, ignorando por completo mi pregunta.
 Era una afirmación tan ridícula —casi tanto como si hubiera dicho que el cielo era morado—, que ni siquiera supe cómo rebatirla. No existía otra manera de describir lo que habíamos experimentado juntos, y él lo sabía. 
—¿Y tú por qué viniste aquí? —le pregunté. 
—Porque me gusta Finlandia. 
—Sí, de acuerdo. —La colcha se resbaló por mis hombros y volví a cubrirme con ella—. ¿Viniste hasta aquí para unirte a una manada de vampiros locos sólo porque te gusta Finlandia? Yo diría que estabas buscando que te mataran. 
—¿Y por qué querría yo eso? ¿Por ti? —Se levantó rápidamente y me regaló una sonrisa socarrona—. Eso es lo que piensas, ¿verdad? ¿Que no puedo vivir sin ti? Me parece que se te ha subido un poco el ego, ¿no crees? 
—No..., no es lo que... —tartamudeé, pero en seguida enderecé la espalda—. Cuando perdiste a Elise, estuviste a punto de... 
—¡No menciones a Elise! 
—¡Sólo intento ayudarte, Peter! No sé por qué te enfadas conmigo por hacerlo —dije. 
—¿Es ésta tu forma de ayudar? —dijo Peter, con una oscura carcajada. 
—¡¿Cómo quieres que te ayude?! ¡¿Qué quieres que haga?! —le grité, frustrada. 
—Quiero que... —Estaba dolido, y su aspecto era sorprendentemente vulnerable, pero se interrumpió y movió la cabeza de un lado a otro. Se puso serio y se dejó caer en la cama—. No quiero nada de ti. Ya no.

Peter y Alice.

martes, 9 de julio de 2013

Lazos de Sangre: Latido (ll)

—¿Qué hora es? —murmuré, enterrada todavía bajo el fino edredón del hotel. 
—Algo más de la una, pero tenemos que ir tirando. Estamos desperdiciando la luz del día —dijo, y rió por el chiste que acababa de hacer. 
Empezaba a pensar que su sentido del humor y el mío no tenían demasiado en común. 

Ezra y Alice.

Lazos de Sangre: Latido.

Cuando los motores del avión empezaron a subir de revoluciones, Ezra se inclinó hacia mí y me susurró: 
—Si el avión sufre un accidente, caeremos al océano, y el océano está lleno de tiburones que podrían matarnos. Esta vez sí que tienes algo que temer. 
—¿Se supone que eso debería servirme de consuelo? —le pregunté, apretando los dientes. 
—No, en absoluto. Tan sólo pretendía asustarte, para que así dejes de pensar en... cosas.

Ezra y Alice.

lunes, 8 de julio de 2013

Lazos de Sangre: Hado (ll)

—¿Qué demonios pasa con esta chica? —preguntó Violet con incredulidad.  
—Me pertenece —gruñó Peter.  
Me tendió la mano, como si esperara que fueran a entregarme después de aquella declaración de intenciones. Como si todo fuese un malentendido y no una evidente situación de secuestro/asesinato/violación.

Lazos de Sangre: Hado.

Posó con delicadeza la mano encima de la mía 
y una corriente eléctrica recorrió por entero mi cuerpo.
Tuve que esforzarme para seguir respirando. Todos mis sentidos enloquecieron al instante. 
—¿Por qué has vuelto? —susurré. 
—Porque creo que no puedo seguir por más tiempo alejado de ti. 
Se inclinó hacia mí, pero sus labios pasaron de largo de los míos. 
Se posaron suavemente sobre mi cuello y besaron la piel que cubría mis venas. 
Escapó de mí un delirante gemido y una tentadora sensación de calor se apoderó de mí. 
La mano que con tanta delicadeza me había acariciado hasta entonces cambió de repente y me sujetó la muñeca con fuerza. 
No me importó en absoluto. 
Jamás me habría resistido a él, me hiciese lo que me hiciese. Acogería siempre de buen grado cualquier contacto. Y cuando el afilado pinchazo de sus dientes me rasgó la piel, fue la sensación más intensa que había experimentado en mi vida. 
La sangre fluyó por mi cuerpo, caliente y sedosa, provocándome escalofríos de placer. 
Y justo cuando empezaba a sentir su corazón bombeando al compás del mío, se apoderó de mí la oscuridad más completa. 
Dejó de morderme sin más. 
Un temblor frío que ya conocía se apoderó de mí: la reacción de mi cuerpo a la separación. 
Me derrumbé sobre la cama. Peter me sujetaba aún por la muñeca, pero si apretaba un poco más, acabaría partiéndome los huesos. 
Se inclinó y escupió en el suelo. 
—¿Qué has hecho? —Peter se volvió hacia mí; respiraba con dificultad. La agonía ardía en su mirada y su expresión era de absoluta perplejidad—. Tu sangre está amarga. ¿Qué has hecho? ¿Has permitido que Jack...?
 —Peter. —Negué con la cabeza e intenté cogerle la mano, pero él me la soltó y se apartó de mí. 
—¿Qué has hecho, Alice? —repitió quejumbrosamente. Jamás en mi vida había visto una expresión tan torturada como la de Peter en aquel instante. 
Se pasó la mano por el pelo y me dio la impresión de que iba a vomitar en cualquier momento. 
—Peter. Yo no... —Intenté sentarme en la cama, pero me lo impidió una abrumadora sensación de vértigo. 
Mi agotamiento se había multiplicado por diez. 
A pesar de que Peter había bebido una cantidad mínima de sangre, ésta se había sumado a la que ya había perdido previamente. 
Intenté pensar, razonar con él, pero mi mente estaba asfixiada. 
La falta de sangre, combinada con la confusión que me inspiraba Peter, eran demasiado para mí. 
Cerré los ojos con la intención de despejarme un instante y cuando volví a abrirlos, Peter había desaparecido. 
Sabía que tenía que llamar a Jack, o a Milo, o a alguien. 
Tenía que avisarlos del regreso de Peter y de que se había enterado de lo sucedido.