"Amar es destruir, y ser amado, es ser destruido". "Me amas,
¿Real o no real?", "My name is Ron. Ron Weasley", "Lo juro por
el Ángel Raziel", "El fuego se propaga, y si nosotros ardemos, tú
arderás con nosotros", "Switch and flip: Vingardium Leviôsa".


sábado, 13 de julio de 2013

Lazos de Sangre: Designio (VI)

—¡Oh! —Bobby sofocó un grito, y bajó a continuación la voz para susurrarme—: Ya te dije que la policía andaba metida en esto. 
—Bobby —dije entre dientes. 
—¿Podríamos acabar de una vez por todas con este tema? —dijo Dane, exasperado, mirando el reloj de color rosa y verde fluorescente que llevaba en la muñeca. 
—¡Dios mío! —dijo Bobby, señalándolo—. ¡Se supone que este tío es un cazador de vampiros y lleva un reloj de plástico de lo más cutre! ¡Estos tipos no son serios! 
—¡Bobby! —exclamé. 
—Me da igual. Lo único que digo es que esto parece una broma —insistió Bobby. 
—Si no cierras el pico, la que te mataré seré yo —dije, mirándolo furiosa, y Bobby puso los ojos en blanco.

Lazos de Sangre: Designio (V)

—¿Sabes qué es lo peor de todo esto? —dijo Peter, sin apartar la vista del barranco—. Que poco a poco empieza a calarte. Sé que esa niña es una abominación, y que acabará haciendo daño a personas y a millones de cucarachas indefensas. Pero... anoche se pasó una hora entera aprendiendo a hacerle trenzas a Mae y, cuando se concentra, arruga toda la cara y saca la lengua por un lado de la boca. —Me miró y sonrió de nuevo, y al ver que yo no decía nada, movió la cabeza de un lado a otro. 
 »No sé —dijo—. Tendrías que estar aquí para verlo, me imagino. imagino. 
—Supongo que sí. 
—Nunca tuve hijos —dijo Peter, de repente—. Ezra sí, y Mae también, evidentemente. No recuerdo si algún día deseé tener hijos. —Arrugó la frente—. Cuando me convertí en esto, nunca lo pensé. Lo excluí de mi vida. —Suspiró—. Del mismo modo que he intentado excluirte a ti. Pero me parece que eso es algo que no se me da muy bien. 
—Me alegro de que así sea —le dije en voz baja, y se quedó mirándome, con los ojos clavados en mí, de aquel modo que antes solía cortarme la respiración. Y me la cortaba todavía un poquito, aunque intenté que no se me notara. 
—Me voy también por ella. —Continuó mirándome a los ojos, aunque sabía que se refería a Daisy—. Y no me siento mal. Quiero que lo sepas. No es lo que había planeado, ni siquiera es lo que pensé que algún día llegaría a gustarme, pero... con mi siempre retorcida manera de ser, me siento feliz ayudando a Mae a criar a Daisy. 
—Eso está bien. —Tragué.

Lazos de Sangre: Designio (lV)

—Bien. —Sonrió, y me sentí extraña. Que Peter sonriera era algo tan excepcional que, cuando lo hacía, se convertía en algo mágico, como una estrella fugaz—. Al menos así tengo una cosa menos por la que preocuparme. 
—¿Qué? —Apoyé la cabeza en mis brazos y lo miré. 
—Tú. —Apartó la vista y le dio un puntapié a algo que había en el suelo—. Seguiré preocupándome por ti, por supuesto, pero al menos en parte sabré que estás segura. 
Cogió entonces una piedra y la lanzó por el barranco. Nos quedamos en silencio tratando de escuchar el sonido del impacto cuando llegara abajo, pero no oímos nada. 
—¿Qué altura piensas que debe de tener? —Me incliné hacia delante para intentar ver el fondo. 
—No tengo ni idea. Pero si Mae te lo pregunta, dile que poca —dijo—. Empieza a temer que Daisy caiga por ahí y se mate, aunque yo creo que la niña es lo bastante lista como para no saltar por un barranco. —Ladeó la cabeza—. Aunque, claro está, hay que tener en cuenta que come bichos.

viernes, 12 de julio de 2013

Lazos de Sangre: Designio. (lll)

—Tal vez deberías devolverle las llamadas —sugerí—. O, como mínimo, escuchar sus mensajes. 
Oímos un golpe en la cocina. Miré en aquella dirección y, aun sin verlo, me imaginé que Jack había caído de la encimera al suelo. El exceso de sangre le había sentado fatal. 
—¿No crees que deberías ir a ver qué tal está tu novio? — dijo Ezra, en un tono de voz que no revelaba apenas su frialdad interior. 
—¡Estoy bien! —gritó Jack desde la cocina. 
—Está bien —dije, y Ezra puso los ojos en blanco.

Lazos de Sangre: Designio. (ll)

—¡No me parece justo que vayas armada! —grité al verla empuñar el tubo con la intención de atizarme en las piernas. 
Conseguí esquivarlo de un salto. Acuchilló el aire con su vara, y me habría dado a buen seguro si yo no hubiera saltado de nuevo, para aterrizar esta vez a cuatro patas. 
—¿Y quién ha dicho que la vida sea justa? —replicó Violet, y rodé por el suelo para apartarme de su trayectoria. Clavó el tubo en el tejado y, de no haberme movido a tiempo, me habría empalado atravesándome el vientre.

Lazos de Sangre: Designio.

—Ya te lo dije. He hecho algo alucinante. —Me cogió de la mano con los ojos brillantes—. Ven. Quiero enseñártelo. 
—¿El qué? —insistí. 
—De acuerdo. Veamos, sabes que conduces muy bien — dijo Jack, tirando de mí en dirección al garaje. 
—Lo sé de sobra. 
—Y conmigo, tú, Ezra, Milo y Bobby conduciendo, parece que no tenemos vehículos suficientes. —Se detuvo frente a la puerta de acceso al garaje—. Y ya sabes que desde que perdí el Jeep necesitaba comprarme otro coche. 
—Tú no perdiste el Jeep, lo destrozaste por completo —le recordé. 
—Cuestión de semántica —dijo, restándole importancia al detalle.

Jack y Alice.

jueves, 11 de julio de 2013

Lazos de Sangre: Latido (IX)

—No, no necesito tu ayuda —dijo Peter con fatiga en el pasillo, y oí la puerta de su habitación cerrándose un instante después—. Jane, te sugiero que vuelvas a la habitación y descanses. —Miré de reojo a Milo y, por la cara que ponía, adiviné que también él los estaba oyendo. 
—No necesito descansar más. Estoy aburrida —replicó Jane con aquella voz de niñita que fluctuaba entre el tono de una fulana y un gimoteo. Peter debía de haber ido a su habitación para buscar alguna cosa y, luego, ella debía de haber salido al pasillo con él. 
—Pues lee alguno de los libros que tengo ahí —dijo Peter —. O si no te apetece leer, puedes ponerte una de las películas de Jack. O a lo mejor podrías darle la lata a cualquiera de las otras seis personas que viven en esta casa para que te entretengan un rato. 
—Vamos, apuesto a que tú conoces un montón de maneras de entretenerme. —Jane estaba en el pasillo y no podía verla, pero la conocía lo bastante como para saber que estaba tocándolo por algún lado. Acariciándole el brazo o poniéndole la mano en el pecho. mano en el pecho. 
—Te aseguro que no soy muy bueno entreteniendo a la gente —dijo Peter, sintiéndose de lo más incómodo, y Milo sonrió socarronamente. 
—Pues a lo mejor yo sí puedo entretenerte. —La voz de Jane había bajado el volumen y adquirido un tono más sensual. 
—Precisamente para eso había venido a coger un libro. Para entretenerme —dijo Peter, con palabras casi entrecortadas. 
—¿Y no te cansas de entretenerte solo? 
—Jane, vuelve a la habitación —le rogó Peter, suspirando. Si estaba tocándolo, en aquel momento retiró la mano. 
—No a menos que me acompañes —dijo Jane, ignorando el rechazo. 
—No, no pienso hacerlo —le espetó Peter—. El papel de niñita perversa tal vez te funcione con cierta gente, pero no conmigo. Estás tan sucia y mugrienta que no te mordería ni aunque estuviera muerto de hambre. El único motivo por el que te permito permanecer en mi habitación es por lo mucho que significas para Alice, aunque ni que me maten comprendo dónde te encuentra la gracia. Eres tan sosa y tan engreída que jamás me hubiera imaginado que un humano pudiera alcanzar tales niveles y te recomiendo que no te cruces más en mi camino. 
—Por Dios —susurró Milo. Jane no dijo nada, pero oí que se abría la puerta y que empezaba a llorar incluso antes de cerrarla a sus espaldas. 
Cuando Peter se puso en marcha, salí al pasillo dispuesta a darle mi opinión. Debería haber salido antes y defender a mi amiga.
—¡Peter! —dije en voz baja para que Jane no pudiera oírme. Peter se volvió hacia mí, suspirando—. ¿No te parece que eso ha sido un poco duro? 
—No, la verdad es que no —dijo Peter sin mirarme a los ojos.

Lazos de Sangre: Latido (VIII)

Cuando vi a Milo pestañeé, imaginándome que estaba soñando. 
Llevaba una especie de salto de cama con alitas de ángel de color negro, y sus ojos estaban maquillados con abundante perfilador y sombra brillante
—¿Qué demonios es eso que llevas puesto? 
—¡Es Halloween! —dijo Milo con una sonrisa, mientras se acercaba a la cama. Matilda le gruñó, y pensé que tenía toda la razón del mundo para hacerlo. 
—¿De qué se supone que vas disfrazado? ¿De hada oscura? —Me incorporé para estudiar con más detalle su disfraz, pero seguía sin encontrarle ni pies ni cabeza. Aparte de ser completamente negro, no tenía ningún sentido. 
—No —respondió Milo entre risas—. Simplemente me apetecía lo de las alas, y el negro se debe a que es Halloween y... y porque adelgaza. 
—Dios mío, no puedo creer que no me hubiera dado cuenta de que siempre fuiste gay —dije, derrumbándome de nuevo en la cama.

Lazos de Sangre: Latido (VI)

—¿Qué sucede? —pregunté, aunque en realidad no pretendía decir nada. Lo que deseaba era salir corriendo de allí antes de que a Peter le diera tiempo de mirarme, o de mirar a Jack, aunque, bien pensado, sería una actitud extraña por mi parte. 
—Ezra ha comprado un televisor nuevo —respondió Bobby, observando cómo Ezra se las apañaba para manejar un aparato que un humano jamás habría podido mover solo debido a su gran peso y tamaño. 
—¿Está recto? —preguntó Ezra, sujetándolo por la parte de abajo y retrocediendo un paso para verlo—. Más vale que lo esté porque ya he conectado todos los cables. 
—Sí, está recto —dijo Peter, y el pulso se me alteró sólo con oír su voz. 
—¿Qué le pasaba al otro televisor? —pregunté para distraerme. 
—Nada. —Ezra retrocedió un poco más para admirar el resultado de su trabajo manual—. Esta mañana, Jack y yo hemos pasado por una tienda y hemos descubierto que este televisor es muchísimo mejor que el otro. 
—¿Así que habéis ido de compras? —pregunté, levantando una ceja y mirando a Jack—. ¿Y a qué hora te has levantado? 
—Bastante temprano —dijo Jack, sin darle importancia—. Ezra iba de tiendas y me ha preguntado si quería acompañarlo... ¿y quién pasaría por alto una oportunidad así? 
—Yo no veo ninguna diferencia entre este aparato y el que teníamos antes —dijo Peter, haciéndose eco de mis pensamientos—. Ni siquiera es más grande, ¿no? 
—¡No se trata de que sea más grande! —Jack se apartó de mi lado para acercarse al televisor y así poder explicar mejor todas sus gracias. Cambió al instante a una jerga técnica, lo cual me parecía una tontería, pues lo más probable era que Peter estuviera aún menos al tanto que yo de los avances tecnológicos. Los obsesos de las novedades y la electrónica eran Ezra y Jack.
—A mí simplemente me parece un televisor más —dijo Peter en cuanto Jack finalizó su explicación.

miércoles, 10 de julio de 2013

Lazos de Sangre: Latido (V)

—¿Y qué? Si mal no recuerdo, estuviste a punto de matarme en una ocasión... ¿Y ahora pretendes convertirte de repente en mi guardaespaldas? —Arrugué la nariz ante tanta hipocresía. 
—¡Oh, maldita sea! —Peter puso los ojos en blanco—. ¡Estoy harto de que me eches eso en cara! ¡Lo hice porque te amaba, Alice! —Y de inmediato se arrepintió de lo que había dicho y apartó la vista. 
—Sí, claro, ¡una forma muy sana de expresar el amor! ¡Matando a otra persona! —Lo dije expresamente para provocar su reacción. Si la única posibilidad de poner en marcha una misión de rescate consistía en que Peter se fuera sin mi compañía, tendría que cabrearlo lo bastante como para me dejara allí sola. 
—¡Yo nunca intenté matarte! ¡Estaba intentando matarme a mí mismo! —Se frotó los ojos. Me dio la impresión de que había hablado demasiado y ya no sabía cómo dar marcha atrás —. Jack estaba en la casa. Sabía que sintonizaba con tu corazón. Cuando te agarré en la cocina, entró corriendo para salvarte. Pensé que si me descubría dejándote sin vida, mordiéndote, no dudaría ni un instante en matarme. —Soltó aire, agotado—. Sabía que sería mucho mejor pareja para ti de lo que pudiera serlo yo, y no le veía otra salida. 
Estaba tan pasmada que era incapaz de decir nada. Siempre había sospechado que Peter me odiaba. Y sin embargo resultaba que me quería tanto que había planeado incluso morir para que yo pudiera ser feliz. El corazón me latía dolorosamente en el pecho e intenté pensar en algo con que replicarle.

Lazos de Sangre: Latido (lV)

—Todavía no ha vuelto —dije, mirando por entre la cortina. Un rayo de cálida luz solar entró en la habitación, abrasando mi extremadamente sensible retina, así que volví a cerrarla. Miré a mis espaldas. Peter seguía acostado en la cama, inmóvil, en la misma postura en la que había pasado toda la noche—. ¿Peter? 
—Ya sé que todavía no ha vuelto, Alice. 
—¿No crees que deberíamos hacer algo? —le dije, casi echando chispas por los ojos. 
Quedarse acostado en la cama no me parecía la respuesta adecuada para la situación en la que nos encontrábamos. 
—Estoy pensando. —Cerró los ojos, como si con ello pudiera aislarse de mi voz. 
—¡Llevas todo el día pensando! Sabíamos que cabía la posibilidad de que Ezra no regresara, y es evidente que no va a... 
—¡He estado pensando, Alice! 
—¡Pues..., pues deberías compartir tus pensamientos conmigo! —Me crucé de brazos—. Podría ayudarte.
—¿Te refieres a ayudarme subrayando lo evidente y mirando a través de la cortina? —Se incorporó hasta quedar sentado y dejó colgar las piernas por el lateral de la cama.

Peter y Alice.

Lazos de Sangre: Latido (lll)

—¡No lo sé! —Estaba exasperado y se rascó las sienes—. ¡No me parece correcto, simplemente! Quedarme aquí sentado, contigo, mientras él está por ahí. 
—Estoy de acuerdo con todo, excepto con esa pulla que acabas de lanzarme —dije. 
—Oh, vamos, no pretendía decir eso. ¡Lo que quería decir es que debería estar ahí fuera, con Ezra! 
—Y no aquí sentado fingiendo como yo —dije para rematar su frase. 
—Que sea imposible no me hace tener más ganas de estar contigo —dijo, lanzándome una mirada. 
—¿Y quién dice que yo quiero que estés conmigo? 
—¿Por qué estás aquí? —preguntó Peter con franqueza, mirándome. 
—Hum, bueno... —tartamudeé—. Ezra nos contó que andabas metido en problemas y, hum..., me ofrecí a acompañarlo. 
—Pero eso no explica por qué estás aquí —dijo, recostándose en la cama. 
—¿A qué te refieres? —pregunté. 
—No puede ser que yo siga importándote. 
—Por supuesto que me importas. No como antes, pero sigues importándome —dije. Entonces vacilé, incómoda—. ¿Yo a ti no? ¿Ni... un poco? 
—De todas maneras, no sé si estábamos verdaderamente vinculados —respondió Peter bruscamente, ignorando por completo mi pregunta.
 Era una afirmación tan ridícula —casi tanto como si hubiera dicho que el cielo era morado—, que ni siquiera supe cómo rebatirla. No existía otra manera de describir lo que habíamos experimentado juntos, y él lo sabía. 
—¿Y tú por qué viniste aquí? —le pregunté. 
—Porque me gusta Finlandia. 
—Sí, de acuerdo. —La colcha se resbaló por mis hombros y volví a cubrirme con ella—. ¿Viniste hasta aquí para unirte a una manada de vampiros locos sólo porque te gusta Finlandia? Yo diría que estabas buscando que te mataran. 
—¿Y por qué querría yo eso? ¿Por ti? —Se levantó rápidamente y me regaló una sonrisa socarrona—. Eso es lo que piensas, ¿verdad? ¿Que no puedo vivir sin ti? Me parece que se te ha subido un poco el ego, ¿no crees? 
—No..., no es lo que... —tartamudeé, pero en seguida enderecé la espalda—. Cuando perdiste a Elise, estuviste a punto de... 
—¡No menciones a Elise! 
—¡Sólo intento ayudarte, Peter! No sé por qué te enfadas conmigo por hacerlo —dije. 
—¿Es ésta tu forma de ayudar? —dijo Peter, con una oscura carcajada. 
—¡¿Cómo quieres que te ayude?! ¡¿Qué quieres que haga?! —le grité, frustrada. 
—Quiero que... —Estaba dolido, y su aspecto era sorprendentemente vulnerable, pero se interrumpió y movió la cabeza de un lado a otro. Se puso serio y se dejó caer en la cama—. No quiero nada de ti. Ya no.

Peter y Alice.

martes, 9 de julio de 2013

Lazos de Sangre: Latido (ll)

—¿Qué hora es? —murmuré, enterrada todavía bajo el fino edredón del hotel. 
—Algo más de la una, pero tenemos que ir tirando. Estamos desperdiciando la luz del día —dijo, y rió por el chiste que acababa de hacer. 
Empezaba a pensar que su sentido del humor y el mío no tenían demasiado en común. 

Ezra y Alice.

Lazos de Sangre: Latido.

Cuando los motores del avión empezaron a subir de revoluciones, Ezra se inclinó hacia mí y me susurró: 
—Si el avión sufre un accidente, caeremos al océano, y el océano está lleno de tiburones que podrían matarnos. Esta vez sí que tienes algo que temer. 
—¿Se supone que eso debería servirme de consuelo? —le pregunté, apretando los dientes. 
—No, en absoluto. Tan sólo pretendía asustarte, para que así dejes de pensar en... cosas.

Ezra y Alice.

lunes, 8 de julio de 2013

Lazos de Sangre: Hado (ll)

—¿Qué demonios pasa con esta chica? —preguntó Violet con incredulidad.  
—Me pertenece —gruñó Peter.  
Me tendió la mano, como si esperara que fueran a entregarme después de aquella declaración de intenciones. Como si todo fuese un malentendido y no una evidente situación de secuestro/asesinato/violación.

Lazos de Sangre: Hado.

Posó con delicadeza la mano encima de la mía 
y una corriente eléctrica recorrió por entero mi cuerpo.
Tuve que esforzarme para seguir respirando. Todos mis sentidos enloquecieron al instante. 
—¿Por qué has vuelto? —susurré. 
—Porque creo que no puedo seguir por más tiempo alejado de ti. 
Se inclinó hacia mí, pero sus labios pasaron de largo de los míos. 
Se posaron suavemente sobre mi cuello y besaron la piel que cubría mis venas. 
Escapó de mí un delirante gemido y una tentadora sensación de calor se apoderó de mí. 
La mano que con tanta delicadeza me había acariciado hasta entonces cambió de repente y me sujetó la muñeca con fuerza. 
No me importó en absoluto. 
Jamás me habría resistido a él, me hiciese lo que me hiciese. Acogería siempre de buen grado cualquier contacto. Y cuando el afilado pinchazo de sus dientes me rasgó la piel, fue la sensación más intensa que había experimentado en mi vida. 
La sangre fluyó por mi cuerpo, caliente y sedosa, provocándome escalofríos de placer. 
Y justo cuando empezaba a sentir su corazón bombeando al compás del mío, se apoderó de mí la oscuridad más completa. 
Dejó de morderme sin más. 
Un temblor frío que ya conocía se apoderó de mí: la reacción de mi cuerpo a la separación. 
Me derrumbé sobre la cama. Peter me sujetaba aún por la muñeca, pero si apretaba un poco más, acabaría partiéndome los huesos. 
Se inclinó y escupió en el suelo. 
—¿Qué has hecho? —Peter se volvió hacia mí; respiraba con dificultad. La agonía ardía en su mirada y su expresión era de absoluta perplejidad—. Tu sangre está amarga. ¿Qué has hecho? ¿Has permitido que Jack...?
 —Peter. —Negué con la cabeza e intenté cogerle la mano, pero él me la soltó y se apartó de mí. 
—¿Qué has hecho, Alice? —repitió quejumbrosamente. Jamás en mi vida había visto una expresión tan torturada como la de Peter en aquel instante. 
Se pasó la mano por el pelo y me dio la impresión de que iba a vomitar en cualquier momento. 
—Peter. Yo no... —Intenté sentarme en la cama, pero me lo impidió una abrumadora sensación de vértigo. 
Mi agotamiento se había multiplicado por diez. 
A pesar de que Peter había bebido una cantidad mínima de sangre, ésta se había sumado a la que ya había perdido previamente. 
Intenté pensar, razonar con él, pero mi mente estaba asfixiada. 
La falta de sangre, combinada con la confusión que me inspiraba Peter, eran demasiado para mí. 
Cerré los ojos con la intención de despejarme un instante y cuando volví a abrirlos, Peter había desaparecido. 
Sabía que tenía que llamar a Jack, o a Milo, o a alguien. 
Tenía que avisarlos del regreso de Peter y de que se había enterado de lo sucedido.