"Amar es destruir, y ser amado, es ser destruido". "Me amas,
¿Real o no real?", "My name is Ron. Ron Weasley", "Lo juro por
el Ángel Raziel", "El fuego se propaga, y si nosotros ardemos, tú
arderás con nosotros", "Switch and flip: Vingardium Leviôsa".


domingo, 30 de junio de 2013

Crepúsculo

«—No. Fue el sábado, en la playa —me arriesgué a alzar los ojos y contemplar su rostro. Pareció confundido—. Me encontré con un viejo amigo de la familia... Jacob Black —proseguí—. Su padre y Charlie han sido amigos desde que yo era niña. 
Aún parecía perplejo. 
[...] —Fuimos a dar un paseo... —evité explicarle todas mis maquinaciones para sonsacar la historia—, y él me estuvo contando unas viejas leyendas para asustarme —vacilé—Me contó una... 
—Continúa.
—...sobre vampiros. 
En ese instante me di cuenta de que hablaba en susurros. Ahora no le podía ver la cara, pero sí los nudillos tensos, convulsos, de las manos en el volante. 
—¿E inmediatamente te acordaste de mi? 
Seguía tranquilo. 
—No. Jacob mencionó a tu familia. 
[...] —¿Qué hiciste entonces? —preguntó un minuto después. 
—Busqué en internet. 
—¿Y eso te convenció? —su voz apenas parecía interesada, pero sus manos aferraban con fuerza el volante. 
—No. Nada encajaba. La mayoría eran tontería, y entonces... —me detuve.
 —¿Qué? 
—Decidí que no importaba —susurré. 
—¡¿Que no te importaba?! —el tono de su voz me hizo alzar los ojos. La máscara tan cuidadosamente urdida se había roto finalmente. Tenía cara de incredulidad, con un leve atisbo de la rabia que yo temía.
 —No —dije suavemente—. No me importa lo que seas. 
—¿No te importa que sea un monstruo? —su voz reflejó una nota severa y burlona—. ¿Qué no sea humano?
 —No. 
Se calló y se volvió para mirar al frente. Su rostro era oscuro y gélido. 
—Te has enfadado —suspiré—. No debería haberte dicho nada. 
—No —dijo con un tono tan severo como la expresión de su cara—. Prefiero saber qué piensas, incluso cuando lo que pienses sea una locura. 
—Así que, ¿me equivoco otra vez? —le desafié. 
—No me refiero a eso. "No importaba" —me citó, apretando los dientes. 
—¿Estoy en lo cierto?  
—¿Importa
—En realidad, no —hice una pausa—. Siento curiosidad. 
Al menos mi voz sonaba tranquila. De repente se resignó. 
—¿Sobre qué sientes curiosidad? 
—¿Cuántos años tienes? 
—Diecisiete —contestó de inmediato. 
—¿Y cuánto hace que tienes diecisiete años? 
Frunció los labios mientras miraba la carretera. 
—Bastante —admitió al fin. 
—De acuerdo. 
Sonreí, complacida de que al fin fuera sincero conmigo. 
[...] —No te rías, pero ¿cómo es que puedes salir durante el día? 
En cualquier caso, se rió. 
—Un mito. 
—¿No te quema el sol? 
—Un mito. 
—¿Y lo de dormir en ataúdes? 
—Un mito —vaciló durante un momento y un tono peculiar se filtró en su voz—. No puedo dormir.
Necesité un minuto para comprenderlo. 
—¿Nada? 
—Jamás —contestó con voz apenas audible. 
[...] Me quedé mirándolo hasta que apartó la vista. 
—Aun no me has formulado la pregunta más importante. 
[...] —¿Cuál? 
—¿No te preocupa mi dieta? —preguntó con sarcasmo.
 —Ah —musité—, ésa. 
—Sí, ésa —remarcó con voz átona— ¿No quieres saber si bebo sangre? 
Retrocedí. 
[...] —¿Qué dijo Jacob? ¿Dijo que no éramos peligrosos? 
—No exactamente. Dijo que se suponía que no lo erais, los quileutes siguen sin quereros en sus tierras, solo por si acaso. 
Miró hacia adelante, pero no sabía si observaba o no la carretera. 
—Entonces,  ¿tiene razón en lo que no cazáis personas? 
—La memoria de los quileutes llega lejos... —susurró. 
Lo acepté como una confirmación. 
—Aunque no dejes que eso te satisfaga —me advirtió—. Tienen razón al mantener la distancia con nosotros. 
—No comprendo. 
—Intentamos... —explicó lentamente—, solemos ser buenos en todo lo que hacemos, pero a veces cometemos errores. Yo, por ejemplo, al permitirme estar a solas contigo. 
—¿Esto es un error? 
Oí la tristeza de mi voz, pero no supe si él también lo había advertido. 
—Uno muy peligroso —murmuró.»

La fábula de Los Tres Hermanos (Reliquias de la muerte) || Cuentos de Beedle el Bardo, HP


«Había una vez tres hermanos que viajaban a la hora del crepúsculo por una solitaria y sinuosa carretera. Los hermanos llegaron a un río demasiado profundo para vadearlo y demasiado peligroso para cruzarlo a nado. Pero como los tres hombres eran muy diestros en las artes mágicas, no tuvieron más que agitar sus varitas e hicieron aparecer un puente para salvar las traicioneras aguas. Cuando se hallaban hacia la mitad del puente, una figura encapuchada les cerró el paso. Y la muerte les habló. Estaba contrariada porque acababa de perder a tres posibles víctimas, ya que normalmente los viajeros se ahogaban en el río.  Pero ella fue más astuta y, fingiendo felicitar a los tres hermanos por sus poderes mágicos, les dijo que cada uno tenía opción a un premio por haber sido lo bastante listo para eludirla. Así pues, el hermano mayor, que era un hombre muy combativo, pidió la varita mágica más poderosa que existiera, una varita capaz de hacerle ganar todos los duelos a su propietario; en definitiva, ¡una varita digna de un mago que había vencido a la Muerte! Ésta se encaminó hacia un saúco que había en la orilla del río, hizo una varita con una rama y se la entregó. A continuación, el hermano mediano, que era muy arrogante, quiso humillar aún más a la Muerte, y le pidió que le concediera el poder de devolver la vida a los muertos. La Muerte sacó una piedra de la orilla del río y se la entregó, diciéndole que la piedra tendría el poder de resucitar a los difuntos. Por último, La Muerte le preguntó al hermano menor que deseaba. Éste era el más humilde, y también le más sensato de los tres, y no se fiaba un pelo. Así que le pidió algo que le permitiera marcharse de aquel lugar sin que ella pudiera seguirlo. Y la Muerte, de mala gana, le entregó su propia capa invisible. Entonces la muerte se apartó y dejó que los tres hermanos siguieran su camino. Y así lo hicieron ellos mientras comentaban, maravillados, la aventura que acababan de vivir y admiraban los regalos que les había dado la Muerte. A su debido tiempo, se separaron y cada uno se dirigió hacia su propio destino. El hermano mayor siguió viajando algo más de una semana, y al llegar a una lejana aldea buscó a un mago con el que mantenía una grave disputa. Naturalmente, armado con la Varita de Saúco, era inevitable que ganara el duelo que se produjo. Tras matar a su enemigo y dejarlo tendido en el suelo, se dirigió a una posada, donde se jactó por todo lo alto de la poderosa varita mágica que le había arrebatado a la propia Muerte, y de lo invencible que se había vuelto gracias a ella. Esa misma noche, otro mago se acercó con sigilo mientras el hermano mayor yacía, borracho como una cuba, en su cama, le robó la varita y, por si acaso, le cortó el cuello. Y así fue como la muerte se llevó al hermano mayor. Entre tanto, el hermano mediano llegó a su casa, dónde vivía solo. Una vez allí, tomó la piedra que tenía el poder de revivir a los muertos y la hizo girar tres veces en la mano. Para su asombro y placer, vio aparecer ante él la figura de la muchacha con quien se habría casado si ella no hubiera muerto prematuramente. Pero la muchacha estaba triste y distante, separada de él por una especie de velo. Pese a que había regresado al mundo de los mortales, no pertenecía a él, y por eso sufría. Al fin, el hombre enloqueció a causa de su desesperada nostalgia y se suicidó para reunirse de una vez por todas con su amada. Y así fue como la muerte se llevó al hermano mediano. Después buscó al hermano menos durante años, pero nunca logró encontralo. Cuando este tuvo una edad muy avanzada, por fin se quitó la capa invisible y se la regaló a su hijo. Y entonces recibió a la Muerte como si fuera una vieja amiga, y se marchó con ella de buen grado. Y así, como iguales, ambos de alejaron de la vida.»              —Cuentos de Beedle el Bardo (Reliquias de la muerte). Harry Potter y Las Reliquias de la Muerte.

sábado, 29 de junio de 2013

Nota

Si os gusta alguna entrada comentadme o seguidme en el blog, o cualquier cosa. Acepto sugerencias. Y ya sabes que si queréis podéis mandarme vuestros textos al correo que pone en la intro de arriba para que yo lo publique dando créditos a quién me lo haya mandado (ponedme vuestro user de twitter o nombre). Gracias y seguid leyendo, pequeños.  En cuanto pueda subiré más entradas! :) xx.

Lazos de Sangre: Instinto (lll)

«—No quiero que pienses que soy un egoísta redomado,
     porque no lo soy. Simplemente soy realista.
  —¿Te refieres a cómo te miran las chicas? —le pregunté.
 Tanto Jane como la camarera se lo habían quedado
 mirando como tontas la noche en que lo conocimos,
 y durante el concierto me había fijado en cómo lo miraban
 muchas chicas.
  —Sí —dijo abochornado Jack—. Se diría que todas...
  reaccionan de una determinada manera. Todas menos tú.
  Resulta estimulante. Por eso estoy aquí. Contigo.»
   
      —Lazos de Sangre: Instinto. || Jack y Alice.

Lazos de Sangre: Instinto (ll)

«Estaba destinada a Peter, pero él me odiaba.
Estaba enamorada de Jack, pero si hacíamos algo, Peter nos mataría, a ambos. 
Porque quisiese o no, yo era suya.»

Lazos de Sangre: Instinto.

«—Acabo de ducharme —dijo Peter.
Su voz lírica consiguió apaciguar el trance en el que estaba sumida, aunque sin romperlo del todo.
—No pretendía molestarte —murmuré. Me costaba hablar con claridad.
—No, no pasa nada. —Se sentó en la cama y agitó la cabeza con fuerza para alborotarse el pelo.
Permanecí en la puerta a la espera de que dijera algo más sumida en un debate interno. Era como si algo tirara de mi y quisiera arrastrarme hacia él. Como si tuviera una cuerda atada al corazón y alguien estuviese físicamente tirando de ella. Peter me miraba con una expresión que no era capaz de interpretar, su mirada parecía atormentada, sin lugar a dudas.
—Puedes pasar si quieres —dijo por fin.
[...] De pronto me encontré sentada peligrosamente cerca de él.
Cogí aire, olía a manzanas dulces.
[...] Como una idiota remendada, dije:
—Hueles bien.
Me sonrió con sinceridad por primera vez, una sonrisa que me sorprendió por su inmensa perfección. Entonces, rió con suavidad, provocándome un hormigueo en todo el cuerpo. Casi me estremecí de placer.
—¿A qué huelo? —Peter se acercó a mí, como si quisiera compartir un secreto.
Lo tenía tan cerca que cuando soltó el aire, un mechón de su cabello húmedo me rozó la mejilla. Me tembló la piel con expectación, exigiendo más.
—¿A manzanas? —Me pregunté cómo había reunido fuerzas suficientes para poder responderle.
Sabía que aquella conversación no tenía sentido y era aburrida, pero no podía evitar que la mayor parte de mi cerebro estuviera ocupada en él. Y no me refiero a pensamientos relacionados con él, sino a él. Era como si hubiera penetrado en mi interior y formara parte de mí. Y eso no me bastaba. Estaba desesperada por tenerlo entero.
—Sí. —Me regaló una sonrisa torcida y se apartó un poco de mí.
Sin pensamiento alguno por mi parte, mi cuerpo se movió para corregir la distancia que había entre nosotros. Habría preferido quedarme donde estaba, pero mi cuerpo insistió en acercarse a él.
—¿Por qué me odias? [...]
Grité mentalmente: "¡Calla, calla! ¡No puedes decirle esto!". Pero era como si Peter hubiese cortado el riego sanguíneo de la parte de mi cerebro que controla mi inhibición. Si no iba con cuidad, acabaría confesándole mis más íntimos secretos.
—No te odio. —Estaba azorado, y bajó a la vista.
[...]
—Entonces, ¿por qué actúas así? —insistí.
[...]
—No lo sé. —Levantó la vista y se quedó mirando al frente a nada en concreto. 
—Pero quieres odiarme. —Mi voz era casi inaudible, pero él me había oído. Aunque no tenía fuerzas para hablar, las palabras salían sin cesar de mi boca.
—Eso no es del todo cierto. —Sus facciones se suavizaron de nuevo y se volvió para mirarme.
Sus ojos me abrasaron y noté el corazón retumbando en mi pecho. Con una delicadeza enorme, posó su mano sobre la mía y volví a sentir la descarga eléctrica del día anterior, más intensa esta vez. Una oleada de placer me recorrió por entero y cerré los ojos.
Entonces, de repente, retiró la mano y abrí los ojos. Su cara estaba a escasos centímetros de la mía y su expresión era tremendamente voraz. Ni titubeó ni se movió, pero cuando habló lo hizo con su voz transformada en un ronco gruñido.
—Vete antes que te haga algo muy malo.
—Puedes hacerme lo que quieras —susurré, y Peter se estremeció al escuchar mis palabras.
—¡Vete! —rugió.
Su voz era hiriente, pero consiguió ponerme en movimiento.
[...]
Llegué abajo aturdida y jadeante. Existía una probabilidad muy real de que acabara de librarme por los pelos de un tremendo peligro. Y lo peor era que una parte de mí seguía deseando subir corriendo y dejar que Peter hiciera conmigo lo que quisiera con tal de estar con él.»

    — Lazos de Sangre: Instinto || Peter y Alice.

Introducción

Bueno, pues comienzo el blog :) Ya sabeis, por lo que habéis leído arriba.
Si tenéis pequeñas historias, algún sueño, o un libro o cacho que queráis compartir, solo dejármelo en sratomlinson98@gmail.com .
Podéis enviarme todo lo que queráis, siempre que me dejéis vuestro nombre, apodo o user de twitter. Si no, lo subiré en anónimo.
Tiene que ser de interés de todos, y no muy muy largo (aunque podré hacer excepciones) pero de todo eso podemos hablar por e-mails. 
Si es parte de un libro, no importa que el libro no sea muy conocido, o ni siquiera conocido, solo tienes que dejarme el título, y si quieres una pequeña recomendación, y así más gente podrá leerlo, si le ha gustado lo que hemos publicado.
Yo también iré subiendo cosillas. 
Espero no quedarme solísima, yo intentaré subir todo lo que pueda, cuanto más lea mejor ;) 
Cuando me vaya de vacaciones o vaya a estar ausente, lo avisaré por twitter (@LauraMaciax98).
Besos preciosos y preciosas! :) xx