—Ya te lo dije. He hecho algo alucinante. —Me cogió de la mano con los ojos brillantes—. Ven. Quiero enseñártelo.
—¿El qué? —insistí.
—De acuerdo. Veamos, sabes que conduces muy bien — dijo Jack, tirando de mí en dirección al garaje.
—Lo sé de sobra.
—Y conmigo, tú, Ezra, Milo y Bobby conduciendo, parece que no tenemos vehículos suficientes. —Se detuvo frente a la puerta de acceso al garaje—. Y ya sabes que desde que perdí el Jeep necesitaba comprarme otro coche.
—Tú no perdiste el Jeep, lo destrozaste por completo —le recordé.
—Cuestión de semántica —dijo, restándole importancia al detalle.
Jack y Alice.
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